Hola mi querido amigo. Espero sepas disculparme nuevamente por haberte dejado “vestido y alborotado” todo este tiempo. No es que me haya olvidado de ti. La realidad es que la vorágine de situaciones políticas, económicas y de todo tipo que están sucediendo en este mundo de lagrimas y desengaños hace que muchos proyectos no se puedan realizar en el tiempo previsto. Tenemos mucho ruido de sables, mi querido amigo, y eso no es bueno para nada.
Y mi charla contigo hoy versara –no confundas con versos poéticos- sobre la Orden de la Tizona de Mio Cid. Ni te cuento, querido y fiel amigo, el zaperoco que se armo en la tierra de las zetas –no confundas con el Cartel de los Zetas- cuando muy feliz y orgulloso di a conocer por medio de estas paginas cibernéticas la resurrección de dicha antiquísima entidad. Los petardos, cohetes y misiles que me dispararon los “dueños de la historia y de la verdad” me postraron en la mas profunda depresión. Me prohibieron usar ciertos escudos, me requirieron la Bula Papal de la “Santa Madre Iglesia” por la cual se autorizaba el funcionamiento de la Orden y también el visto bueno de los Reyes de España.
Ante tamaño desenfreno de solicitudes y desesperado por el palo que le pusieron a la rueda de la Orden, me dirigí al puente mas alto de la Florida con una gran piedra anudada al cuello para poner fin a toda esta enojosa situación.
Y mi charla contigo hoy versara –no confundas con versos poéticos- sobre la Orden de la Tizona de Mio Cid. Ni te cuento, querido y fiel amigo, el zaperoco que se armo en la tierra de las zetas –no confundas con el Cartel de los Zetas- cuando muy feliz y orgulloso di a conocer por medio de estas paginas cibernéticas la resurrección de dicha antiquísima entidad. Los petardos, cohetes y misiles que me dispararon los “dueños de la historia y de la verdad” me postraron en la mas profunda depresión. Me prohibieron usar ciertos escudos, me requirieron la Bula Papal de la “Santa Madre Iglesia” por la cual se autorizaba el funcionamiento de la Orden y también el visto bueno de los Reyes de España.
Ante tamaño desenfreno de solicitudes y desesperado por el palo que le pusieron a la rueda de la Orden, me dirigí al puente mas alto de la Florida con una gran piedra anudada al cuello para poner fin a toda esta enojosa situación.
Allí, y luego de inspirar varias veces para intentar llenarme los pulmones –no de oxigeno sino de valor, porque mi querido amigo uno debe ser muy valiente para suicidarse- y saltar al vacío, me fije en una tarjeta de visita que se encontraba adherida a la baranda. La tarjeta en cuestión decía: Viviana Ramirez, Psicóloga Clínica especializada en suicidios. No te cuento la alegría que me dio encontrar ese pedazo de papel. Me salvo la vida. No porque haya ido a tomar terapias con ella –imagínate a un descendiente de Mio Cid contándole sus cuitas a una mujer!!!- sino porque me di cuenta que la situación por la cual estaba atravesando se solucionaba con una buena comida regada con una regia botella de buen vino riojano y variedad de ricos quesos. Fue una terapia fenomenal.
Y con relación a la Orden de la Tizona de Mio Cid te cuento, querido amigo, que los primeros indicios sobre la creación de las Ordenes Militares se pueden remontar hacia el año 1061 cuando el Papa Alejandro II llamo a los cristianos a la guerra contra el infiel musulmán durante la conquista de Sicilia; y luego, en 1064 durante la Cruzada de Barbastro. En ambas ocasiones el Papa Alejandro II ofreció indulgencia religiosa –algo parecido a los espejitos que los soldados españoles regalaron a nuestros criollos cuando invadieron America buscando a las indias, o mejor, buscando las Indias- a los combatientes cristianos que participaran en ellas. Muchos caballeros que habian participado en la conquista de Sicilia en 1061se trasladaron en el año 1064 al reino de Aragon para sitiar la puebla de Barbastro, que en ese tiempo estaba bajo dominio del rey musulmán Al-Muqtadir. Se inicia en esas fechas lo que hoy conocemos como Cruzadas. Y las Cruzadas dieron nacimiento a las Ordenes Militares cristianas formadas por grupos de Caballeros segundones, que ávidos de riqueza y de gloria, y sin pudor alguno, se embanderaron inteligentemente con las indulgencias papales para formar sus propios ejércitos y conquistar “en nombre de Dios” vastos territorios donde crearon reinos, principados y condados, para beneficio propio.
Las guerras de Sicilia y de Barbastro no fueron reconocidas por los historiadores como Cruzadas, pero sin ninguna duda estas dieron nacimiento al movimiento guerrero que el Papado –desde Alejandro II en adelante- puso en marcha como Cruzadas ya que fue obligatorio para todo combatiente jurar lealtad y obediencia únicamente al Papa. Este juramento, bajo pena de excomunión se realizaba delante de una cruz, de allí el nombre de estas expediciones militares. Para los Caballeros segundones se abría una gran posibilidad de independencia: siendo Cruzado ya no debian obediencia ni lealtad a sus señores naturales, y se convirtieron por arte de magia en Soldados de Cristo, obedientes solo al Papado.
Mientras esta nueva situación tomaba forma, en el lejano Reino musulmán de Valencia, sobre las orillas del Mediterráneo, un caballero castellano conocido por su imbatibilidad y llamado Rodrigo El Campeador, tomaba para si dicho reino con el titulo de Rodrigo, Principe de Valencia. Fue el 17 de Junio de 1094 y a partir de dicha fecha Rodrigo se gano el peor de los enemigos que persona alguna puede tener: el Papado.
Rodrigo el Campeador olvido que todo titulo real debía contar con la bendición y aprobación de Roma, cosa que nunca ocurrió porque El Campeador no lo solicito. Roma no olvida los desplantes.
A finales del mes de Noviembre de 1095, durante el Concilio de Clermont, en Francia, el nuevo Papa llamado Urbano II, sucesor de Gregorio VII, llamo a la multitud presente en dicho Concilio a la Guerra Santa contra los musulmanes bajo el grito de “Dios lo quiere”. Todos los presentes, en su mayoría francos y unos que otros del Sacro Imperio Germánico, juraron lealtad y obediencia al Papa, delante de una cruz. Se iniciaba lo que hoy conocemos como la Primera Cruzada y cuyo objetivo era –entre otras cosas- la de liberar los Santos Lugares de manos de los musulmanes y de los judíos. Pero en realidad, querido amigo, lo que Roma buscaba era solamente evitar que los Señores Feudales y la Nobleza de Europa siguieran peleando entre si tratando de arrebatarle territorio a su vecino mas próximo y cortar por lo sano la evasion que se producía en las arcas de las Iglesias. Poderoso caballero es don dinero, decía mi abuela.
No participaron de este juramento de obediencia el poderoso rey de Leon, Castilla y Galicia Alfonso VI. Este rey estaba muy ocupado y tenia su propia cruzada contra los sarracenos que eran dueños de mas de la mitad del territorio conocido como Hispania, y que lo tenían acorralado a partir de las riberas del Duero. No podia darse el gusto de desprenderse de un solo hombre para acompañar la locura del Papado. Rodrigo El Campeador, Principe de Valencia, tampoco.
La ira Papal se haría sentir contra el Campeador, mas no contra el Rey Leones-Castellano. La diferencia entre el oro que Alfonso VI enviaba a Roma era infinitamente superior a lo poco que Rodrigo podía dar a las arcas papales y que desde luego no lo daba. El Campeador tenia graves problemas politico-militares en su novel principado y cada hombre, cada moneda de oro, cada maravedí, lo debía cuidar con mucho celo. La ira de la Roma papal en contra de Rodrigo El Campeador ya se remontaba al año 1077 cuando este defendió la posición del pueblo castellano contra la presión del papado que deseaba imponer en las iglesias el oficio religioso llamado “Rito Romano” en reemplazo del “Rito Mozárabe” que toda Hispania lo practicaba, y también se opuso firmemente a que su rey Alfonso siguiera enviando mas oro a Roma cuando que las necesidades en Castilla eran mas urgentes. El pueblo castellano apoyó las palabras der Rodrigo y el enviado Papal tuvo que regresar junto a su amo con las manos vacías. A esta piedra en el zapato papal debemos incluir otra de mayor peso: Rodrigo el Campeador trabajó como Jefe del ejercito musulmán de Zaragoza desde 1081 hasta 1088, guerreando contra Príncipes y Reyes cristianos, Roma no olvida ni perdona.
El 15 de Julio de 1099 los Cruzados encabezados por Godofredo de Bouillon, Raimundo de Tolosa y Bohemundo de Tarento arrebataron al ejercito musulmán la santa ciudad de Jerusalén. La Primera Cruzada había concluido. Rodrigo El Campeador, Principe de Valencia nunca lo supo. Había muerto unos días antes. La toma de Jerusalén y la organización de los territorios conquistados por los Cruzados incluidos la repartija de poder, oro y otros relacionados con estas actividades produjo la llegada de una oleada de nuevos combatientes con ansias de poder y de gloria. Entre estos nuevos combatientes no faltaron los pillos, los bandidos, los ladrones y los asaltacaminos que durante cerca de 20 años sembraron el terror en los caminos utilizados por los cristianos que pacíficamente realizaban su peregrinación a Tierra Santa.
En 1118, mi querido amigo, nueve caballeros franceses liderados por Hugo de Payns desenterraron historias relatadas por distintos juglares que hablaban de pequeños grupos de caballeros cristianos enrolados en una Orden Militar-religiosa creada hacia 1061 y dedicados a brindar seguridad a las viudas, huérfanos y soldados mutilados de la guerra veneciana, amparados por el papado.
También habían escuchado que la debacle del ejercito castellano del rey de León y Castilla Alfonso VI contra el ejercito musulmán de Ali Ibn Yusuf en la localidad de Ucles en 1108, donde falleció el hijo del rey cristiano, llamado Sancho Alfonsez, propicio que varios caballeros de la antigua mesnada de Rodrigo El Campeador, se unieran en una pequeña cofradía a la que pusieron como nombre Orden de la Tizona de Mio Cid, en honor a su antiguo e invencible jefe Rodrigo el Campeador y cuyo objetivo principal fue la de defender la seguridad de los caminos reales del reino castellano en sus areas de influencia.
Con estos antecedentes y otras historias –ciertas o falsas- de ordenes militares menores, en 1119, Hugo de Payns y sus 8 compañeros fundaron la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Salomon, también conocida como la Orden del Temple. Nacían asi –de la mano y con la bendición de la Roma papal- los temidos Monjes-Guerreros conocidos como los Caballeros Templarios. La Orden del Temple fue la más poderosa de entre todas las demás organizaciones creadas a partir de ella. Le siguieron en importancia la Orden Teutónica, la del Santo Sepulcro, la de Santiago, la de Alcántara, la de Calatrava, la de Montesa y otras. Las Ordenes menores no perduraron por diversos factores de orden económico, de nobleza, politicos y religiosos, siendo absorbidas por las organizaciones mas poderosas. Entre las que no pudieron sobrevivir a las nefastas presiones y agresiones realizadas por la nobleza, el clero y la realeza se pueden citar a la Militia Christi de Aragon, la Orden de la Tizona, la Cofradía de Belchite, la Orden de Monreal, la Orden de Avis y muchas otras.
La Orden de la Tizona de Mio Cid se mantuvo en silencio durante varios siglos. Varias veces intentaron revivirla, sin éxito alguno. El rey Fernando El Católico (1452-1516) dio el golpe de gracia a todas las Ordenes Militares existentes en su territorio: se declaró Gran Maestre absoluto de todas las Ordenes Militares que funcionaban en sus reinos. Las organizaciones que no estuvieron de acuerdo con este despojo real fueron extinguidas.
El 29 de Abril de 1931 las Ordenes Militares españolas quedaron disueltas por mandato del gobierno republicano, y durante la guerra civil 43 caballeros pertenecientes a diferentes Ordenes Militares fueron asesinados. De acuerdo al censo realizado por el Gobierno Republicano a la fecha de la disolución de las Ordenes existían 227 caballeros en actividad. Hasta el 2 de Abril de 1980 las Ordenes Militares mas importantes subsistieron marginalmente, y en esa fecha el gobierno español autorizo la reinstauración de las Ordenes como asociaciones civiles de carácter honorifico creándose una institución oficial para su manejo.
Ahora que ya tienes idea, mi querido y abnegado amigo, de la situación de las Ordenes me preguntaras si que pasara con la Orden de la Tizona de Mio Cid. Y te cuento. La Orden de la Tizona funcionara como una entidad civil sin fines de lucro para desarrollar programas de Investigación histórica de carácter cidiano y de desarrollo cultural. Con el tiempo y la participación activa de sus Miembros, querido amigo, iremos agregando otras iniciativas que redundaran en beneficio de la sociedad. Por lo pronto la Orden ya esta registrada legalmente en la Dirección de Corporaciones Non Profit del Estado de Florida, EE.UU de America e iremos habilitando Capítulos en los países que asi lo soliciten para que nuestra organización crezca sana, fuerte y poderosa. Dicen los que saben, mi querido amigo, que el paso mas difícil en toda empresa es el primero. Ya lo hemos dado, ahora solo nos resta que los interesados en pertenecer a la Orden se registren, aporten ideas, participen con sugerencias y monetizar el emprendimiento para cumplir con nuestros objetivos. Espero que al terminar de leer esto vea tu inscripción como Miembro de la Orden de la Tizona de Mio Cid. Con mucho orgullo.
Y tu, que piensas?
Y con relación a la Orden de la Tizona de Mio Cid te cuento, querido amigo, que los primeros indicios sobre la creación de las Ordenes Militares se pueden remontar hacia el año 1061 cuando el Papa Alejandro II llamo a los cristianos a la guerra contra el infiel musulmán durante la conquista de Sicilia; y luego, en 1064 durante la Cruzada de Barbastro. En ambas ocasiones el Papa Alejandro II ofreció indulgencia religiosa –algo parecido a los espejitos que los soldados españoles regalaron a nuestros criollos cuando invadieron America buscando a las indias, o mejor, buscando las Indias- a los combatientes cristianos que participaran en ellas. Muchos caballeros que habian participado en la conquista de Sicilia en 1061se trasladaron en el año 1064 al reino de Aragon para sitiar la puebla de Barbastro, que en ese tiempo estaba bajo dominio del rey musulmán Al-Muqtadir. Se inicia en esas fechas lo que hoy conocemos como Cruzadas. Y las Cruzadas dieron nacimiento a las Ordenes Militares cristianas formadas por grupos de Caballeros segundones, que ávidos de riqueza y de gloria, y sin pudor alguno, se embanderaron inteligentemente con las indulgencias papales para formar sus propios ejércitos y conquistar “en nombre de Dios” vastos territorios donde crearon reinos, principados y condados, para beneficio propio.
Las guerras de Sicilia y de Barbastro no fueron reconocidas por los historiadores como Cruzadas, pero sin ninguna duda estas dieron nacimiento al movimiento guerrero que el Papado –desde Alejandro II en adelante- puso en marcha como Cruzadas ya que fue obligatorio para todo combatiente jurar lealtad y obediencia únicamente al Papa. Este juramento, bajo pena de excomunión se realizaba delante de una cruz, de allí el nombre de estas expediciones militares. Para los Caballeros segundones se abría una gran posibilidad de independencia: siendo Cruzado ya no debian obediencia ni lealtad a sus señores naturales, y se convirtieron por arte de magia en Soldados de Cristo, obedientes solo al Papado.
Mientras esta nueva situación tomaba forma, en el lejano Reino musulmán de Valencia, sobre las orillas del Mediterráneo, un caballero castellano conocido por su imbatibilidad y llamado Rodrigo El Campeador, tomaba para si dicho reino con el titulo de Rodrigo, Principe de Valencia. Fue el 17 de Junio de 1094 y a partir de dicha fecha Rodrigo se gano el peor de los enemigos que persona alguna puede tener: el Papado.
Rodrigo el Campeador olvido que todo titulo real debía contar con la bendición y aprobación de Roma, cosa que nunca ocurrió porque El Campeador no lo solicito. Roma no olvida los desplantes.
A finales del mes de Noviembre de 1095, durante el Concilio de Clermont, en Francia, el nuevo Papa llamado Urbano II, sucesor de Gregorio VII, llamo a la multitud presente en dicho Concilio a la Guerra Santa contra los musulmanes bajo el grito de “Dios lo quiere”. Todos los presentes, en su mayoría francos y unos que otros del Sacro Imperio Germánico, juraron lealtad y obediencia al Papa, delante de una cruz. Se iniciaba lo que hoy conocemos como la Primera Cruzada y cuyo objetivo era –entre otras cosas- la de liberar los Santos Lugares de manos de los musulmanes y de los judíos. Pero en realidad, querido amigo, lo que Roma buscaba era solamente evitar que los Señores Feudales y la Nobleza de Europa siguieran peleando entre si tratando de arrebatarle territorio a su vecino mas próximo y cortar por lo sano la evasion que se producía en las arcas de las Iglesias. Poderoso caballero es don dinero, decía mi abuela.
No participaron de este juramento de obediencia el poderoso rey de Leon, Castilla y Galicia Alfonso VI. Este rey estaba muy ocupado y tenia su propia cruzada contra los sarracenos que eran dueños de mas de la mitad del territorio conocido como Hispania, y que lo tenían acorralado a partir de las riberas del Duero. No podia darse el gusto de desprenderse de un solo hombre para acompañar la locura del Papado. Rodrigo El Campeador, Principe de Valencia, tampoco.
La ira Papal se haría sentir contra el Campeador, mas no contra el Rey Leones-Castellano. La diferencia entre el oro que Alfonso VI enviaba a Roma era infinitamente superior a lo poco que Rodrigo podía dar a las arcas papales y que desde luego no lo daba. El Campeador tenia graves problemas politico-militares en su novel principado y cada hombre, cada moneda de oro, cada maravedí, lo debía cuidar con mucho celo. La ira de la Roma papal en contra de Rodrigo El Campeador ya se remontaba al año 1077 cuando este defendió la posición del pueblo castellano contra la presión del papado que deseaba imponer en las iglesias el oficio religioso llamado “Rito Romano” en reemplazo del “Rito Mozárabe” que toda Hispania lo practicaba, y también se opuso firmemente a que su rey Alfonso siguiera enviando mas oro a Roma cuando que las necesidades en Castilla eran mas urgentes. El pueblo castellano apoyó las palabras der Rodrigo y el enviado Papal tuvo que regresar junto a su amo con las manos vacías. A esta piedra en el zapato papal debemos incluir otra de mayor peso: Rodrigo el Campeador trabajó como Jefe del ejercito musulmán de Zaragoza desde 1081 hasta 1088, guerreando contra Príncipes y Reyes cristianos, Roma no olvida ni perdona.
El 15 de Julio de 1099 los Cruzados encabezados por Godofredo de Bouillon, Raimundo de Tolosa y Bohemundo de Tarento arrebataron al ejercito musulmán la santa ciudad de Jerusalén. La Primera Cruzada había concluido. Rodrigo El Campeador, Principe de Valencia nunca lo supo. Había muerto unos días antes. La toma de Jerusalén y la organización de los territorios conquistados por los Cruzados incluidos la repartija de poder, oro y otros relacionados con estas actividades produjo la llegada de una oleada de nuevos combatientes con ansias de poder y de gloria. Entre estos nuevos combatientes no faltaron los pillos, los bandidos, los ladrones y los asaltacaminos que durante cerca de 20 años sembraron el terror en los caminos utilizados por los cristianos que pacíficamente realizaban su peregrinación a Tierra Santa.
En 1118, mi querido amigo, nueve caballeros franceses liderados por Hugo de Payns desenterraron historias relatadas por distintos juglares que hablaban de pequeños grupos de caballeros cristianos enrolados en una Orden Militar-religiosa creada hacia 1061 y dedicados a brindar seguridad a las viudas, huérfanos y soldados mutilados de la guerra veneciana, amparados por el papado.
También habían escuchado que la debacle del ejercito castellano del rey de León y Castilla Alfonso VI contra el ejercito musulmán de Ali Ibn Yusuf en la localidad de Ucles en 1108, donde falleció el hijo del rey cristiano, llamado Sancho Alfonsez, propicio que varios caballeros de la antigua mesnada de Rodrigo El Campeador, se unieran en una pequeña cofradía a la que pusieron como nombre Orden de la Tizona de Mio Cid, en honor a su antiguo e invencible jefe Rodrigo el Campeador y cuyo objetivo principal fue la de defender la seguridad de los caminos reales del reino castellano en sus areas de influencia.
Con estos antecedentes y otras historias –ciertas o falsas- de ordenes militares menores, en 1119, Hugo de Payns y sus 8 compañeros fundaron la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Salomon, también conocida como la Orden del Temple. Nacían asi –de la mano y con la bendición de la Roma papal- los temidos Monjes-Guerreros conocidos como los Caballeros Templarios. La Orden del Temple fue la más poderosa de entre todas las demás organizaciones creadas a partir de ella. Le siguieron en importancia la Orden Teutónica, la del Santo Sepulcro, la de Santiago, la de Alcántara, la de Calatrava, la de Montesa y otras. Las Ordenes menores no perduraron por diversos factores de orden económico, de nobleza, politicos y religiosos, siendo absorbidas por las organizaciones mas poderosas. Entre las que no pudieron sobrevivir a las nefastas presiones y agresiones realizadas por la nobleza, el clero y la realeza se pueden citar a la Militia Christi de Aragon, la Orden de la Tizona, la Cofradía de Belchite, la Orden de Monreal, la Orden de Avis y muchas otras.
La Orden de la Tizona de Mio Cid se mantuvo en silencio durante varios siglos. Varias veces intentaron revivirla, sin éxito alguno. El rey Fernando El Católico (1452-1516) dio el golpe de gracia a todas las Ordenes Militares existentes en su territorio: se declaró Gran Maestre absoluto de todas las Ordenes Militares que funcionaban en sus reinos. Las organizaciones que no estuvieron de acuerdo con este despojo real fueron extinguidas.
El 29 de Abril de 1931 las Ordenes Militares españolas quedaron disueltas por mandato del gobierno republicano, y durante la guerra civil 43 caballeros pertenecientes a diferentes Ordenes Militares fueron asesinados. De acuerdo al censo realizado por el Gobierno Republicano a la fecha de la disolución de las Ordenes existían 227 caballeros en actividad. Hasta el 2 de Abril de 1980 las Ordenes Militares mas importantes subsistieron marginalmente, y en esa fecha el gobierno español autorizo la reinstauración de las Ordenes como asociaciones civiles de carácter honorifico creándose una institución oficial para su manejo.
Ahora que ya tienes idea, mi querido y abnegado amigo, de la situación de las Ordenes me preguntaras si que pasara con la Orden de la Tizona de Mio Cid. Y te cuento. La Orden de la Tizona funcionara como una entidad civil sin fines de lucro para desarrollar programas de Investigación histórica de carácter cidiano y de desarrollo cultural. Con el tiempo y la participación activa de sus Miembros, querido amigo, iremos agregando otras iniciativas que redundaran en beneficio de la sociedad. Por lo pronto la Orden ya esta registrada legalmente en la Dirección de Corporaciones Non Profit del Estado de Florida, EE.UU de America e iremos habilitando Capítulos en los países que asi lo soliciten para que nuestra organización crezca sana, fuerte y poderosa. Dicen los que saben, mi querido amigo, que el paso mas difícil en toda empresa es el primero. Ya lo hemos dado, ahora solo nos resta que los interesados en pertenecer a la Orden se registren, aporten ideas, participen con sugerencias y monetizar el emprendimiento para cumplir con nuestros objetivos. Espero que al terminar de leer esto vea tu inscripción como Miembro de la Orden de la Tizona de Mio Cid. Con mucho orgullo.
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