Nada perjudicó tanto a Mío Cid como su leyenda, esa leyenda que durante mas de Siete Siglos hizo de su biografía pura fantasía o simple negación. Aquí les cuento la verdadera historia de MIO CID, el de Vivar, guerrero invencible, Señor con mesnada propia y dueño de más de 50 Señoríos distribuidos a lo largo y ancho del Reino de Castilla, terror de moros y cristianos, Conquistador y Principe de Valencia.

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viernes, 7 de agosto de 2015


LAS ESPADAS DE MIO CID - Parte (I)
 LA “COLADA”
 La verdad destruye a la leyenda.

Estoy nuevamente contigo, mi querido amigo, y te agradezco el tiempo que me prestas tus oídos para escuchar mis disquisiciones sobre la vida de este personaje fantástico llamado Mio Cid. Cuando inicié esta aventura de escribir sobre este personaje medieval y dentro de la relación amor-odio que mantengo con él unas cuantas cosas me atan en forma incuestionable a su figura: los libros sobre Historia Medieval, los caballos y sus espadas. Los libros sobre esa época, porque nos enseñan, y con un poco de imaginación, nos transportan mágicamente a ese tiempo y nos hace ser partícipes de sus acciones diarias. No debemos olvidar que Mio Cid era un incansable “oidor” de las gestas guerreras realizadas por los griegos, romanos y musulmanes y para lo cual tenía en su entorno a poetas que le leían las historias de las batallas realizadas por estas naciones. Los caballos, que a mi humilde entender son los animales más bellos, cariñosos y leales del mundo y si de mi dependiera, mi querido amigo, tendría varios en el patio de la casa; y por ultimo, las espadas, símbolo del poder, de la caballerosidad y de la habilidad artística del guerrero.

Las espadas de Mio Cid forman parte de su historia y sin ellas nuestro héroe vagaría desnudo y sin rumbo. Yo, querido amigo, colecciono espadas y tengo en mi poder una gran cantidad de ellas. A mis amigos les digo que no me regalen esas cosas comunes que los amigos suelen regalarse; obséquienme un buen libro sobre Historia Medieval o una espada y mis agradecimientos serán eternos. Lastimosamente, no creo que ninguno de mis amigos me regale un caballo.
Y como el tema de hoy versa sobre las espadas de Mio Cid, allá voy mi querido amigo, contra viento y marea porque estoy seguro que entre los lectores de este blog muchos me bajarán el dedo pulgar -como en el Circo Romano porque no les gustará la verdad sobre este asunto- y por lo tanto me monto sobre mi caballo -que no es Babieca, porque de acuerdo a un estirón de orejas que me propinó uno de mis lectores Cidcampeadorianos del mundo, Babieca en contra de todo pronóstico era una yegua y no un caballo-, desenvaino mi espada que no es la Tizona sino la Rodrigona y al galope tendido inicio la embestida literaria que busca romper la férrea defensa que la leyenda realiza sobre este asunto y lograr -si Dios quiere- desentrañar los misteriosos recovecos relacionados con las famosas espadas de Mio Cid.
Sí, sus famosas espadas. Esas letales armas que acompañaron a Mio Cid durante su estancia en el mundo de los vivos, que son bellamente dibujadas en los versos del Cantar y que se mantienen vigentes gracias a la leyenda histórica que gracias a la repetición incansable de las mentiras las convierten en realidad. Ya decía un fanático personaje seguidor de un par de ridículos bigotes: “ Miente varias veces sobre un mismo tema y esa mentira se convertirá en verdad”,
La espada, querido amigo, puede simbolizar violencia, combate o intervención militar, pero tambien significa nobleza y honor porque la promesa realizada sobre la cruz de la espada es de cumplimiento obligatorio, y quizá por esos significados tan especiales es que la espada tiene cosas que fascinan.
Tienes una espada en tu casa, amigo mío? Si no la tienes apresúrate y cómprala, y si es una réplica de una de las espadas de Mio Cid tanto mejor. Te sentirás transportado a esa mágica época e imaginariamente pelearás por tus ideales, por tu castillo y por tu dama. Hazlo. No pierdas más tiempo.
La Historia de Mio Cid nos presenta a este colosal guerrero con dos espadas muy famosas: la Colada y la Tizona, pero mi pregunta es: ¿Sólo dos espadas tuvo Mio Cid? Y ¿desde cuándo las tuvo? Dicen que esas espadas las ganó derrotando en combate a algunos reyes musulmanes y a alguno que otro rey cristiano. ¿Sabes tú quienes fueron y en que fecha? Y otras preguntas que me corroen las entrañas son ¿con cuales espadas peleó Mio Cid hasta ganar esas espadas tan famosas? Sería que las espadas que utilizaba en su “trabajo diario” no eran lo suficientemente valiosas y por ello no figuran en la historia de su vida a pesar de que ellas fueron sus fieles acompañantes hasta su hora final?
Y es aquí, querido amigo, donde la historia verdadera comienza a hacer trizas a la leyenda convertida en historia. Es aquí donde los soñadores y los amantes de las peliculas de Hollywood comenzarán a bajar el dedo pulgar para decretar mi desaparición literaria. Y sabes por que? Porque Mio Cid nunca tuvo ninguna espada llamada Colada y tampoco tuvo otra llamada Tizona.
La leyenda historica gracias al poema anónimo llamado “El Cantar de Mio Cid” copiada por un religioso llamado Per Abbat probablemente allá por el año 1207 es quien nos cuenta de la existencia de las dos espadas de Mio Cid y tambien nos explica quienes fueron sus primeros dueños, y por sobre todas las cosas, cómo se llamaban estas legendarias espadas. Aparecen entonces en el firmamento medieval, mi querido amigo, los nombres de Colada y Tizona, nombres que con solo susurrarlas erizaban los pelos de los pobladores que, en medio de la plaza de alguna aldea castellana, escuchaban de los labios del juglar de turno las fantásticas acciones de su héroe y se enteraban que la Colada fué ganada por Mio Cid al derrotar al conde de Barcelona Ramón Berenguer II -entre los años 1081-1089- y que la Tizona la ganó al rey musulmán Ibn Abú-Beker durante la campaña de Valencia -hacia los años 1094-1096.
Con relación a la espada Colada de Mio Cid, que fuera ganada al Conde Berenguer II de Barcelona, no consta en ninguna fuente contemporánea a Rodrigo Díaz, que hubiera ninguna espada con ese nombre perteneciente al magnate castellano. La atribución a Mio Cid de la espada Colada es una invención del “Cantar” donde se cuenta que fue ganada como botín de guerra a un «Remont Verenguel», conde de Barcelona y que regaló esta espada (junto a la Tizona) a sus yernos los Infantes de Carrion. Y debemos aclarar, querido amigo, que en realidad estos Infantes de Carrion jamás existieron y que son totalmente ficticios. Pero, la leyenda por medio de ese hermoso poema nos cuenta en los versos 1005-1010:
“Ha vencido esta batalla el nacido en buen presagio
Y al gran conde don Remont por prisionero ha tomado
Allí ganó la Colada, que vale más de mil marcos
Así venció en la batalla y gran honra dió a su barba”

Pero, mi querido amigo, metiendo un poco más las narices en un documento llamado “La Historia Roderici” y en otro llamado “La Crónica General”, que también forman parte del combo literario que nos cuentan sobre la vida de Mio Cid, nos encontramos que en ellos nos detallan como nuestro héroe devolvió a los nobles franceses que acompañaron al conde Ramón Berenguer en las batallas de Almenar y en la de Pinar de Tebar, sus espadas, y los hizo acompañar por un contingente de su ejército hasta la frontera con Catalunya para que regresaran sanos y salvo a sus hogares. Sin embargo, mi querido amigo, en esos documentos no existe ningún recuerdo sobre la famosa espada Colada que perteneciera al conde de Barcelona y que Mio Cid -como botín de guerra- se hubiera quedado con ella.
No contento con esas explicaciones bastante contundentes, y al más puro estilo de un James Bond medieval, introduje mis narices en la Real Armería del Ejército en cuyos catálogos varios investigadores modernos clasificaron como Coladas a varias espadas, pero, mira que desilusión amigo mío, todas ellas fueron rechazadas como apócrifas.
Actualmente en dicha Armería existe una espada etiquetada como G-180 que con muchas reservas y en medio del silencio propio de ese recinto casi santo, se desliza en un susurro casi imperceptible que es la “Colada” de Mio Cid. De acuerdo con el catálogo histórico-descriptivo, su hoja mide 0.854 m de largo por 0.053 de anchura máxima, sus proporciones van disminuyendo hasta acabar en punta redondeada, pero, -siempre existe un pero amigo mío-, las investigaciones revelaron que esta espada es del Siglo XIII y su guarnición del Siglo XIV.
Mio Cid estuvo en este mundo hacia el Siglo XI, es decir unos 200 años antes.
¿ Será que Mio Cid, con su extraordinaria capacidad de ganar batallas hasta después de muerto -como dice la mentira oficial- también pudo viajar montado en su Babieca en el túnel del tiempo para trasladarse al Siglo XIII, hacerse fabricar su famosa “Colada” y volver con ella al Siglo XI?
Si sobrevivo, querido amigo, en la próxima entrega te cuento sobre la verdad de la otra espada de Mio Cid, la más famosa, LA TIZONA.
Y tú, que opinas?

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